LA LEALTAD
“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mat. 6:24 ( CB ) ). ¿Qué nos enseña este versículo sobre la importancia suprema de la lealtad a Dios?
El hecho de saber que el nombre de Dios significa “celoso” (Éxo. 34:14) debe darnos un toque de clarín para ser leales. La lealtad a un Dios “celoso” es la lealtad en el amor. En la lucha de la fe, la lealtad nos ayuda a definir quiénes somos y nos anima a seguir en la batalla.
Nuestra lealtad es importante para Dios (1 Rey. 8:61). No es un contrato que trata de prever todas las contingencias, ni es solo una lista de reglas, sino más bien la expresión visible de nuestras creencias personales, de nuestra fe y de nuestro compromiso.
Lee 1 Crónicas 28:9 ( CB ) . ¿Qué nos enseña este versículo sobre la importancia de la lealtad?
No obstante, donde hay lealtad existe la posibilidad de traición. La lealtad, como el amor, debe ofrecerse libremente, o no es verdadera lealtad. En la guerra, a veces las tropas de primera línea se ven obligadas a quedarse a luchar; de lo contrario, sus oficiales darían la orden de fusilarlos. Estos hombres quizá cumplan con su deber, pero no necesariamente por lealtad. Esa no es la clase de lealtad que Dios nos pide.
Observa a Job. Él no previó los eventos catastróficos que destruirían a su familia, sus posesiones y su salud. Podría haber perdido la confianza, el amor y el compromiso, pero su lealtad a Dios era una decisión inquebrantable de moralidad. Con honestidad y sin miedo a alabar públicamente a Dios, pronunció las famosas palabras: “Aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15).
Su fidelidad ante el desastre es la esencia de la lealtad, e ilustra muy bien a los mayordomos leales.
Hazte esta pregunta: ¿Cuán leal soy con el Señor, que murió por mí? ¿De qué manera podría revelar mejor esa lealtad?